Sala de máquinas: colección histórica y personal de consolas y sistemas

Esa incómoda sensación adulta es de siempre carecer de tiempo. Tantos sistemas, tantos juegos por descubrir y tan poco tiempo para jugar a todo. Antes, en un mundo sin emuladores ni minis ni refritos ni tanta variedad, no era tan estresante ser un gamer. Ahora quedarse atrás es muy fácil. Tan fácil como perderse una generación entera.

No hablemos además de lo que supone atesorar consolas y títulos: espacio, mucho espacio. No tanto como acumular cintas de VHS (un horror para minimalistas del hogar), pero exige tener como poco una o varias vitrinas/armarios para exhibir o generosos cajones en el salón. Cada sistema con su cablerío y accesorios. ¿Cuántos trastos sacaron, por ejemplo, para la Wii? Porque yo apenas tengo unos cuantos, y entre raquetas, pistolas y mandos, ya hay que hacer un auténtico Tetris para ordenarlo lo más compacto posible, junto a todo lo demás.

En fin, que este relato personal va de todo lo que tuve, lo que aún conservo, lo que pasó por mis manos y lo que no sé si seguirá conmigo o acabará en Wallapop a la venta en espera de la mejor oferta. En orden cronológico ─o más bien mitológico─, de antiguo a moderno. Con datos interesantes.

Lista de consolas y ordenadores... aunque lo que yo realmente quería era tener una sala de máquinas recreativas

Pero como esto nunca fue posible, aunque dejara muchos duros en las que tenía a mi alcance, con el tiempo se transformó en un auténtico atesoramiento de maquinitas. Algunas regaladas, otras muchas compradas y no todas de primera mano.

Primera generación (1972-1983)

Teletenis (1979)

Una copia del Pong descaradísima, creada para el mercado español por una empresa valenciana llamada TOGISA. La única consola en la que no participé para adquirir: ya estaba ahí cuando finalmente tuve "algo" de conciencia, allá por el año 1982, más o menos. Supongo que fue un regalo, porque no imagino a mis padres de esa época, que trabajaban sin descanso como músicos en una banda, comprando algo así.

Los orígenes de este clon no son exclusivos: tras la fiebre del original en 1972, no había empresa sobre el planeta que no quisiera su trozo de tarta, además de Magnavox. La ausencia de un copyright contundente hizo el resto.

Para bucear en las características de esta reliquia, recomiendo la visita a Orty (José Antonio Ortigueira) que tiene un artículo bien completo en su blog, destripando la unidad que conserva y dando detalles internos asombrosos.

Aparte del mítico Pong clonado, contaba con variantes como tiro a plato y fútbol... bueno, más bien futbolín, seleccionables con una ruleta. Todo muy analógico (sin acritud). Mal no les fue en absoluto a los amigos valencianos porque sacaron revisiones a cascoporro para no ser una grande tipo Atari: versiones con sonido, en color, en incluso una versión slim, compacta de la época, en una caja maleta ideal para llevar a los guateques ochenteros y jugar de colocón adecuado a la movida de la época.

Sacaron un rifle y pistola, vendidos aparte, que ríete tú del zapper de la NES que estaba por llegar.

Retronostalgia/Rejugabilidad: muy baja. Aunque si lo encuentro en el desván de mis aitas, le hago hueco donde sea en el mío. Pero a ver a qué tele superviviente la conectaría. Primer escollo: ¡sintonizador analógico!

Trasto a añadir en la siguiente actualización: Ninpondo, una clónica de NES con un cartucho multijuego, sin saber que aquello era más pirata que Jack Sparrow.